Cristóbal de Villálon ya afirmaba que:
No hay hombre ni mujer en España que se lave dos veces desde que nace hasta que muere.
El olor corporal intentaba ser escondido con ungüentos perfumados con tomillo y otras hierbas.
Y es que, en el siglo XVI, se consideraba que eso de bañarse mucho no era típico de los buenos cristianos:
Esto del baño es bueno a los que lo tienen en uso, pero a los señores de España que nunca lo han usado no les será provechoso, mas de usarlo les podría venir daño, salvo aquellos que tengan enfermedades.
Luis Lobera de Ávila