jueves, 19 de marzo de 2015

Controlando la velocidad

Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIX podía parecer un paisaje medieval con una nueva especie de dragones que lanzaban humo.

Con el fin de contener a estos monstruos se promulgó el Decreto de las Locomotoras por el cual los nuevos carros a vapor (sic) verían coartada su libertad de conducción por la campiña inglesa.

Primero, se establecio un alto precio cuando utilizaran carreteras con peaje (sí, ya había).
En segundo lugar, se establecieron unas velocidades máximas de 16 kilómetros por hora en el campo y de 8 cuando se atravesaba una ciudad.




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