Mi desgracia viene de mi mala educación; nunca se deber perdonar ninguna falta a los hijos, antes al contrario, es muy útil castigarlos para corregirlos, evitando de ese modo que lleguen a verse en la situación en que me encuentro.
Joaquín San Jaime, 18 años, horas antes de ser ejecutado a garrote en Cox a finales del siglo XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.