Está claro que Wilson (a la izquierda) debería haber recortado algún epígrafe de sus famosos 14 puntos que pretendían planificar la paz tras la Gran Guerra. Algo que su coetáneo Clemenceau (a la derecha) ya supo ver en ese momento trascendental de la historia:
El propio Dios se contentó con diez mandamientos
Fuente impagable de anécdotas, no se arrepentirán si la compran.
Wilson era algo más buenazo que Clemenceau, deseoso de sacarle las agallas a los alemanes. Por algo sería.
ResponderEliminarUn saludo.
No me fío de nadie.
EliminarUn saludo